A juzgar por las noticias, la economía mundial es una montaña rusa que va cuesta abajo. Está el Brexit, las guerras comerciales, la disputa de Italia con la Unión Europea, las renovadas sanciones de Estados Unidos contra Irán, la bomba de deuda china, el nerviosismo de las bolsas, la intermitente fuga de capitales de países en desarrollo y más.
Pero los datos cuentan una historia más tranquila y feliz. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía mundial está en camino de crecer un saludable 3.7 por ciento en 2018. Es exactamente la tasa a la que creció en 2017. ¿El pronóstico del FMI para 2019? De nuevo 3.7 por ciento. Es una meseta, cierto, pero una meseta alta.
El contraste entre el rumor diario negativo y las condiciones subyacentes positivas es más acusado en EU, donde el crecimiento de la economía se ha fortalecido y extendido: las tasas de crecimiento anual en los dos trimestres intermedios de 2018 fueron de 4.2 por ciento y 3.5 por ciento. En octubre, la economía generó 250 mil empleos.
Esa clase de crecimiento no es sostenible en una nación rica con una fuerza laboral de crecimiento lento y una productividad mediocre. Aun así, si EU llega a junio sin una recesión, la tendencia al alza superará los 120 meses. Eso rebasa la expansión de 1991-2001 para convertirse en la más larga desde al menos 1857, el inicio de los registros documentados por la National Bureau of Economic Research, la Oficina Nacional de Investigación Económica.
Por lo tanto, las perspectivas para 2019 son mejores de lo que se esperaría dadas las minicrisis por doquier.
El fuerte crecimiento de EU no solo es bueno para los estadounidenses, es bueno para los trabajadores de los países que producen bienes y servicios que ese país compra. De hecho, EU es el principal responsable de mantener el crecimiento mundial marchando a un ritmo uniforme, a pesar de la desaceleración de otras economías importantes en todo el mundo.
Por otro lado, la economía estadounidense tiene desventajas. Presiona a las naciones vulnerables como Argentina y Turquía, que dependen de la entrada de capital. Pues los inversores globales, que ponen su dinero donde creen que obtendrá el mayor rendimiento, tienen más probabilidades de elegir a EU sobre otros países. Mientras tanto, la Reserva Federal está elevando las tasas de interés a corto plazo para evitar el sobrecalentamiento de la economía del Tío Sam, lo que hace que los rendimientos de la nación sean más atractivos. Para competir por los fondos, los países vulnerables con déficits comerciales crónicos elevan sus propias tasas de interés, lo que inhibe el crecimiento. Bloomberg Economics pronostica, por ejemplo, que la economía de Turquía crecerá solo 0.8 por ciento en 2019.
Fuente: El Financiero
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